La autoestima es una valoración subjetiva que hace una persona sobre sí misma. Por ello es importante hacer un ejercicio de autoconocimiento para poder elaborar una valoración lo más precisa posible sobre nuestras características personales. Una sana autoestima es aquella que tiene en cuenta tanto los aspectos que nos gustan y de los que nos sentimos orgullosos, como de aquellos con los que no comulgamos y queremos cambiar. Mientras más información tenemos sobre nosotros mismos, más posibilidades hay para conocer cuáles son nuestros valores y hacia dónde queremos dirigirnos.
A través de un trabajo de autoconocimiento podemos elaborar el autoconcepto. El autoconcepto es la imagen que tenemos sobre quiénes somos y cómo somos a partir de aquello que percibimos. Esta imagen se va formando a lo largo de los años, empieza en la infancia y puede ir cambiando según las experiencias que vamos viviendo en la vida. Muchas veces esta imagen que nos formamos de nosotros mismos no coincide con la realidad y es entonces cuando puede representar un problema. Mientras más realista y adecuado sea el autoconcepto, mejor interacción tendremos con nuestro entorno y más fácil será aceptarnos, buscando una mayor capacidad de crecimiento personal y fortaleciendo la autoestima.
Aceptarnos a nosotros mismos en diferentes aspectos nos ayudará a responsabilizarnos y cambiar características que no vayan de acuerdo a nuestros valores e intereses personales. Tener una sana autoestima nos ayuda a asentar una base para reforzar nuestra salud mental y de esta manera ser más capaces de gestionar diferentes dificultades que podemos encontrar a lo largo de la vida. Por estos motivos, consideramos muy importante recoger la información que obtenemos a partir de nuestras emociones y nuestros pensamientos para poder trabajar en el autoconocimiento y la aceptación.