El fenómeno del "efecto montaña rusa emocional" es una experiencia común en algunas relaciones. Este término describe la sensación de altibajos constantes, donde un día todo parece ir bien y al siguiente todo se desmorona. Este patrón de comportamiento, conocido como refuerzo intermitente, es una característica peligrosa de las relaciones dependientes y con dinámicas disfuncionales.
Primero de todo, ¿qué es el refuerzo intermitente? El refuerzo intermitente es un concepto desarrollado por el psicólogo conductista B.F. Skinner, como parte de su teoría sobre el aprendizaje mediante condicionamiento operante. Este fenómeno se produce cuando la recompensa se proporciona de manera irregular, solo después de haber realizado cierta conducta en algunas ocasiones, mientras que en otras no se recibe ninguna recompensa. Por tanto, implica la búsqueda de un resultado deseado que aparece de manera impredecible y solo ocasionalmente.
El refuerzo intermitente funciona como una droga, manteniendo a las personas enganchadas a la relación. Esta dinámica de recibir una de cal y otra de arena crea una sensación de adicción, donde las personas se aferran a la esperanza de que las cosas mejoren.
Este tipo de refuerzo es especialmente poderoso y rápido de aprender, condicionando nuestra forma de relacionarnos con la otra persona. Nos enseña a esperar lo inesperado en una relación, a estar siempre alerta por si algo sale mal, y a asociar el amor con el drama y el sufrimiento, junto con la pasión y la felicidad.
Sin embargo, la realidad es que una relación sana no debería requerir sacrificios constantes ni sentirse como una montaña rusa emocional. La adicción a estos altibajos emocionales dificulta terminar una relación dependiente, ya que las personas implicadas están "enganchadas" a este ciclo de recompensa y castigo.
Este ciclo emocional está impulsado por una serie de sustancias químicas en el cerebro, incluyendo dopamina, serotonina, feniletilamina, endorfinas, adrenalina, noradrenalina y oxitocina. Estas sustancias afectan nuestros estados de ánimo y emociones, creando vínculos y reforzando comportamientos.
La oxitocina, conocida como la hormona del amor, se libera durante momentos de intimidad y afecto, fortaleciendo los lazos entre las personas. La serotonina, por otro lado, regula el estado de ánimo y la estabilidad emocional, mientras que las endorfinas actúan como analgésicos emocionales, haciendo que los momentos difíciles parezcan menos importantes.
La dopamina es fundamental en la motivación y el deseo, haciendo que nos "enganchemos" a nuestra pareja y buscando constantemente su compañía. Estas sustancias pueden generar una sensación de euforia y placer similar a la que se experimenta con el juego o las drogas.
En resumen, las relaciones en las que se cumplen este tipo de dinámica están impulsadas por un ciclo de recompensa y castigo que mantiene a las personas atrapadas en una montaña rusa emocional. Reconocer este patrón y buscar relaciones basadas en la estabilidad y el respeto mutuo es esencial para la salud emocional y el bienestar.