Las altas capacidades intelectuales en niños superdotados han sido asociadas con diversas características cerebrales tanto en su estructura como en su funcionamiento. Estas características son influenciadas tanto por factores hereditarios como ambientales.
Se ha observado que los niños con un alto coeficiente intelectual suelen tener cerebros de tamaño más grandes, especialmente en áreas frontales y parietales del cerebro. Esto sugiere que tienen circuitos cerebrales más complejos. También se ha notado que tienen más conexiones neuronales, lo que les ayuda a procesar información de manera más eficiente.
Cuando se trata de cómo funciona su cerebro, se ha descubierto que utilizan menos energía que la mayoría de las personas a la hora de realizar tareas mentales fáciles o moderadas. Sin embargo, cuando la tarea es más difícil, su cerebro se activa más, especialmente en áreas relacionadas con la memoria, el pensamiento y la resolución de problemas.
Un aspecto destacable es que, con la práctica, su cerebro se vuelve aún más eficiente. Esto significa que, a medida que aprenden y se vuelven más hábiles en una tarea, su cerebro necesita menos energía para realizarla. Esta eficiencia cerebral es aún más notable en áreas relacionadas con la planificación y el pensamiento profundo, es decir, en funciones ejecutivas superiores, así como de sistemas de control emocional. Además, estudios han encontrado que estos niños procesan la información más rápido, lo que sugiere que tienen una mejor comunicación entre las diferentes partes de su cerebro.
En resumen, los niños superdotados tienen cerebros con características especiales que les permiten procesar la información de manera más eficiente, resolver problemas más rápidamente y adaptarse mejor a las tareas difíciles a medida que aprenden y se desarrollan.