Para garantizar un plan de tratamiento adaptado a las necesidades y características de cada individuo, se deben tener en cuenta varios factores principales durante el proceso de evaluación.
En primer lugar, es esencial la creación de un ambiente de confianza y seguridad entre terapeuta y paciente, para que este último se sienta cómodo de expresar todo aquello que le preocupa.
En segundo lugar, es fundamental la descripción en profundidad de las obsesiones y compulsiones (síntomas principales del trastorno). Se analizan diversos aspectos, como en qué consisten, en qué momento empezaron, con qué frecuencia aparecen, cuánto tiempo duran, qué grado de malestar generan y como se intentan controlar.
En tercer lugar, es conveniente observar en qué situaciones aparecen (por ejemplo, fuera o dentro de casa, en el trabajo o en el gimnasio, cuando hay muchas personas o cuando no hay nadie, etc.) y que síntomas generan (palpitaciones, dolor en el estómago, mareos, etc.). De este modo, se podrán poner en práctica estrategias de gestión del malestar útiles y específicas para la persona.
En cuarto y último lugar, es necesario tener en cuenta qué ámbitos de la vida del individuo se están viendo afectados y qué cambios quiere conseguir durante la terapia.
Además de la entrevista clínica, existen otros instrumentos de evaluación que pueden ser de utilidad, como la Escala Obsesiva-Compulsiva de Yale-Brown (Yale-Brown Obsessive-Compulsive Scale, Y-BOCS; Goodman et al., 1989) que permite detectar la presencia y la gravedad de los síntomas del TOC.
Referencias:
Bados López, A. Trastorno obsesivo compulsivo: Naturaleza, evaluación y tratamiento, 2017.
Goodman W, Price L, Rasmussen S, Mazure C, Delgado P, Heninger G, Charney D. The Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale. II. Validity. Arch Gen Psychiatry 1989; 46: 1012-1016.