¿Alguna vez has experimentado sensación de irrealidad con aquello que ocurre a tu alrededor, has sentido como si tu mente estuviese separada de tu cuerpo, viendo tu cuerpo como algo ajeno a ti, o has tenido dificultad e incapacidad de recordad situaciones recientes que explican tus allegados? Estos pueden ser algunos de los síntomas que constituyen la disociación.
¿Qué es la disociación?
Cuando hablamos de la disociación nos referimos a la disrupción o discontinuidad de alguna de nuestras funciones mentales, como pueden ser la percepción, la representación corporal, la identidad, la memoria, la emoción, la consciencia, el control motor o la conducta. De este modo, en función del proceso mental afectado podemos hablar de distintos tipos de disociación (APA, 2014):
- Desrealización: Implica la experiencia de sentirse extraído o desvinculado del entorno, es decir, de aquello que está ocurriendo a mi alrededor, como si ello me pareciera irreal.
- Despersonalización: Consiste en la sensación de sentirse extraño o desconectado del propio cuerpo, las emociones o pensamientos que uno puede estar experimentando.
- Amnesia disociativa: Es la incapacidad para recuperar información de eventos que nos han ocurrido.
- Alteraciones en la identidad: Consta en la experiencia de la fragmentación de la identidad y episodios recurrentes de amnesia.
¿A quién le puede ocurrir?
Estos síntomas disociativos pueden darse en muchas problemáticas distintas, destacando en el Trastorno de Estrés Postraumático o en el Trastorno Límite de la Personalidad, pero también están muy presentes en otras como los Trastornos de Ansiedad, el Trastorno Obsesivo Compulsivo, los Trastornos de la Conducta Alimentaria o en adicciones, entre otros. Concretamente, en los casos de ansiedad y ataques de pánico se ha observado que la despersonalización y desrealización son las experiencias disociativas reportadas más frecuentemente (Lyssenko et al., 2018).
Estos síntomas disociativos pueden variar desde una intensidad o frecuencia leve hasta casos en los que ocurre con mayor intensidad y supone una molestia importante en el día a día de quien lo padece. Debido a su carácter intrusivo y a la sensación de pérdida de control que pueden generar ello se puede vivir de un modo muy desagradable e incluso con miedo, aunque realmente no supongan un peligro para la seguridad de la persona.
¿Cuál es su causa y por qué ocurre?
La causa del desarrollo de síntomas de disociación como la despersonalización o desrealización se vincula con frecuenta a la vivencia de eventos traumáticos o situaciones que son percibidas como un peligro importante para la integridad de la persona. A pesar de ello, esto no es un factor imprescindible para que experimentar síntomas de disociación, de modo que pueden intervenir otras variables que influyan en el desarrollo de estos síntomas (Marín, Dujo y González, 2013).
Aunque aún no está muy claro cuáles son los mecanismos psicológicos subyacentes a la disociación, diversos autores señalan que ésta se vincula a una falta de habilidad de la persona para traer a consciencia información que en situaciones normales podemos recuperar de forma voluntaria. Algunos factores o características personales que explicarían la aparición de síntomas de disociación son la creencia o percepción de tener una baja habilidad para enfrentarse a los problemas, ceñirse poco a los principios y obligaciones morales que uno tiene, la baja motivación para realizar tareas o metas relacionadas con la situación temida y la poca planificación de las acciones futuras (Serrano, González-Ordi y Corbí, 2016).
¿Qué función tiene la disociación?
En un inicio, ello se hipotetiza como un mecanismo de defensa ante situaciones altamente estresoras por las cuales nos podemos sentir sobrepasados. Ante la sensación de indefensión frente al peligro alejarnos de las sensaciones físicas sobre lo que está ocurriendo nos pueden ayudar a reducir la experiencia del dolor u otras emociones negativas. A pesar de que ello sea adaptativo en la situación de origen, cuando esto se replica como una respuesta aprendida y automatizada en el día a día deja de ser funcional y puede suponer una dificultad para afrontar obstáculos adecuadamente, pudiendo empeorar la calidad de vida de la persona (Serrano, González-Ordi y Corbí, 2016).
La terapia psicológica se ha mostrado de ayuda para trabajar y mejorar los problemas con síntomas disociativos. Si experimentas síntomas de disociación con frecuencia y ello interfiere en tu bienestar, desde Psyclinic podemos ayudar mediante el uso de la terapia cognitivo-conductual para mejorar la gestión de este problema.
Referencias:
Asociación Americana de Psiquiatría (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5a Ed.). Editorial Médica Panamericana.
Lyssenko, L., Schmahl, C., Bockhacker, L., Vonderlin, R., Bohus, M. y Kleindienst, M. (2018). Dissociation in Psychiatric Disorders: A Meta-Analysis of Studies Using the Dissociative Experiences Scale. The American journal of psychiatry, 175(1), 37-46. doi:10.1176/appi.ajp.2017.17010025.
Marín, M., Dujo, V. y González, D. (2013). Los trastornos disociativos: abordaje clínico y análisis de las repercusiones forenses en el victimario dentro del ámbito penal. Psicopatología clínica, legal y forense, 13(1), 73-104. Los trastornos disociativos: abordaje clínico y análisis de las repercusiones forenses en el victimario dentro del ámbito penal - Dialnet (unirioja.es)
Serrano, A., González-Ordi, H. y Corbí, B. (2016). Disociación, personalidad, sugestionabilidad, alexitimia y dificultades en la regulación emocional: un estudio correlacional. Clínica y Salud, 27(3), 147-155. doi:10.1016/j.clysa.2016.09.005
