En los últimos años, especialmente después de la pandemia del coronavirus, el mundo ha sufrido una serie de cambios sociales, económicos y tecnológicos que han dado paso a un nuevo contexto para las organizaciones laborales. En este nuevo escenario, a los riesgos ya tradicionalmente concebidos en el lugar de trabajo (riesgos físicos, químicos o biológicos), se han añadido nuevos problemas de naturaleza psicosocial, los principales causantes del estrés laboral y del burnout. Esto supone un importante problema de salud ocupacional ya que afecta al bienestar y a la salud de los trabajadores. ¿Pero que son exactamente el estrés laboral y el burnout? ¿Y cómo podemos hacerles frente?
El estrés es la respuesta física y emocional que se produce en las personas cuando las demandas de una determinada situación superan su capacidad para afrontarla. Así, en el marco del trabajo, el estrés laboral sería el conjunto de reacciones de carácter psicológico, emocional y comportamental que se producen cuando la persona debe enfrentar determinadas demandas derivadas del contexto laboral ante las cuales siente o percibe que no tiene capacidad de afrontamiento suficiente. Es importante recalcar que la capacidad de afrontamiento o reacciones ante una situación estresante dependerá distintos factores psicosociales (Naranjo, 2011):
Riesgos intralaborales:
Estos riesgos hacen referencia a todo lo que se da en el contexto laboral. Incluyen las demandas del propio puesto, la carga de trabajo, horarios, el grado de autonomía o control sobre las tareas a realizar, las relaciones laborales tanto con superiores como con los colaboradores y el nivel de recompensa, entendido como la retribución que el trabajador o trabajadora obtiene de sus esfuerzos y contribuciones.
Riesgos extralaborales:
Entre las condiciones extralaborales están los aspectos del entorno familiar, la red de apoyo social y situación económica de los trabajadores. Incluyen también las condiciones de vivienda que pueden influir en el bienestar y salud de las personas.
Condiciones individuales:
Las condiciones individuales engloban todas las características propias del individuo, como el sexo, la edad, el estado civil, a nivel educativo, además de las estrategias de afrontamiento con las que cuente la persona, así como sus experiencias más significativas.
Cuando el estrés es puntual, o viene en pequeñas dosis, no tiene porqué ser algo negativo. No debemos olvidar que se trata de una reacción natural ante situaciones que se perciben como amenazantes o desafiantes y puede ser muy útil, ya que proporciona un extra de empuje o energía para poder resolverlas. El problema aparece cuando se prolonga demasiado en el tiempo, dando paso a consecuencias negativas para la salud o incluso a patologías asociadas, como puede ser el síndrome de quemarse por el trabajo, también conocido como burnout. Este puede definirse como una respuesta al estrés laboral crónico, una experiencia subjetiva que engloba sentimientos y actitudes con implicaciones nocivas para la persona y la organización (Guitart, 2007). Si no se detecta a tiempo y se trata, el burnout puede acabar afectando gravemente la salud de los trabajadores y sus relaciones interpersonales dentro y fuera del ámbito laboral. Para detectarlo es importante detectar sus tres dimensiones principales (Maslach y Jackson, 1981):
Agotamiento emocional:
El agotamiento es el aspecto clave y se define como cansancio y fatiga física o psíquica, o como una combinación de ambas. Es la pérdida progresiva de energía, promoviendo la sensación de no poder dar más de sí mismo a los demás.
Despersonalización:
Se entiende como una forma de afrontamiento que protege al trabajador de la desilusión y agotamiento. Ésta implica actitudes y sentimientos cínicos, negativos sobre los compañeros, así como irritabilidad y respuestas impersonales.
Baja realización profesional/personal:
Surge cuando se verifica que las demandas que se le hacen exceden su capacidad para atenderlas de forma competente. Supone respuestas negativas hacia uno mismo y hacia su trabajo, evitación de las relaciones personales y profesionales, bajo rendimiento laboral, incapacidad para soportar la presión y una baja autoestima.
Así pues, mientras que el estrés laboral puede ser una respuesta natural y manejable a las demandas laborales, el burnout es una condición más grave que resulta de un estrés laboral crónico y prolongado, afectando de manera significativa la salud y el desempeño del individuo.
Para poder prevenirlo, es importante poner el foco en las organizaciones ya que, aunque el mantenimiento del estrés laboral sea psicosocial, el factor más importante siempre será el relativo al trabajo, dado que este siempre supone el origen del problema. Esto es un matiz importante ya que la discusión acerca del estrés laboral nunca debería centrarse exclusivamente en el trabajador. Si dentro de las organizaciones se trabaja el bienestar laboral, se forma y educa en manejo el del estrés y se da apoyo permanente a los trabajadores, esto va a mejorar notablemente su satisfacción laboral, así como su desempeño.
A nivel individual, es especialmente importante la detección temprana, ya que es más fácil hacer frente al burnout en sus etapas iniciales. Para tratarlo existen distintos tipos de terapias, entre las que destacan las terapias cognitivas, que tienen como objetivo mejorar la percepción, la interpretación y la evaluación de los problemas laborales, así como de los recursos personales que tiene la persona para afrontarlos (Guitart, 2007).
Referencias:
Guitart, A. A. (2007, April). El síndrome del burnout en las empresas. In Proceedings of the Tercer Congreso de Escuelas de Psicologia de las Universidades Red Anahuac, Mérida, Mexico (pp. 26-27).
Maslach, C., & Jackson, S. E. (1981). The measurement of experienced burnout. Journal of organizational behavior, 2(2), 99-113.
Naranjo, D. L. D. (2011). Estrés laboral y sus factores de riesgo psicosocial (Work stress and psychosocial risk factors)(Estresse no trabalho e fatores psicossociais de risco). CES salud Pública, 2(1), 80-84.